Salas Barbadillo y sus epigramas en relación con los enigmas de Sor Juana

Salas Barbadillo and his epigrams in relation to the enigmas of Sor Juana

Recibido: 16/03/2016
Revisado: 16/03/2016
Aprobado: 24/06/2016

         

Laura Yadira Munguía Ocha

         

Universidad Panamericana
lmunguia@up.edu.mx

 

 

RESUMEN
Sor Juana Inés de la Cruz, inmersa en el mundo barroco novohispano, no escapaba del influjo aureo español, varios intertextos son evidentes en su literatura o mencionados por ella misma. Pero algunas otras influencias yacen disimuladas, como es el caso del parecido entre las obras de Jerónimo de Salas Barbadillo y nuestra Décima Musa. Salas, escritor popular de principios del siglo XVII en España, pero poco frecuentado en nuestra época, pudo ser punto de partida, para algunas obras sorjuaninas, entre ellas, dentro de la lírica. Es manifiesta la semejanza entre los Enigmas Ofrecidos a la Casa del Placer, y los Epigramas de Salas Barbadillo, donde podemos observar una clara influencia trasatlántica que se ha pasado por alto.

En este trabajo se muestran algunos aspectos literarios y biográficos de Jerónimo de Salas, tratando de iniciar un rescate de su obra, un tanto olvidada por la crítica; a la vez que se hacen notorias las coincidencias, entre los epigramas de Salas y los enigmas de Sor Juana, tratando de hacer patente una posible influencia poética

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PALABRAS CLAVE: Sor Juana, Salas de Barbadillo, enigmas, epigramas, literatura novohispana,
literatura del Siglo de Oro.

ABSTRACT
Sor Juana Ines de la Cruz, immersed in the Baroque world of the New Spain, did not escape the influence of the Spanish aureus; several intertexts are evident in her literature or mentioned by herself. But some other influences lie hidden, as in the case of similarity between the works of Jeronimo de Salas Barbadillo and our Tenth Muse. Salas, popular writer of the early seventeenth century in Spain, but little known in our time, could be a starting point for some of Sor Juana's works, including the lyrical poems. There is similarity between the Enigmas Ofrecidos a la Casa del Placer, and the epigrams of Salas Barbadillo, where we can see a clear transatlantic influence which has been overlooked.

In this paper some literary and biographical aspects of Jeronimo de Salas are shown, in an attempt to rescue his work, somewhat neglected by critics. Noticeable coincidences between the epigrams of Salas and the enigmas of Sor Juana will be pointed out, trying to make evident a possible poetic influence.

KEY WORDS: Sor Juana Salas Barbadillo, Enigmas, Epigrams, Novohispanic Literature,
Literature of the Golden Age.

 

Sabemos que Sor Juana Inés de la Cruz leyó mucho, que su amplia biblioteca y sus relaciones políticas le permitían leer, a pesar de llevar una vida en comunidad establecida dentro de normas y horarios estrictos, sin embargo, no sabemos a bien, cuales son los libros que leyó, por lo menos no la mayor parte de ellos. Podemos darnos una idea a través de las citas en sus textos, en sus ideas y en su forma de redacción, además de observar detalles que nos recuerden a otros autores, con base en el contenido de la magnífica biblioteca,  ya que carecemos de un inventario de los libros que tuvo la Décima Musa. Lo anterior nos da un margen de posibilidades amplio, pero de acuerdo a las características de sus obras y por medio de un análisis comparado, podemos encontrar afinidades que nos muestren influencias e incluso intertextos. (1)
            Una de esas posibles influencias es el novelista y dramaturgo Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo, perteneciente al Siglo de Oro Español, autor de una buena cantidad de comedias y novelas de tipo cortés, quien, a pesar de ser popular en su época y reconocido por sus contemporáneos no fue favorecido por la historia de la literatura, ahora pocos son los investigadores que estudian sus obras. 
            Las ediciones y reediciones de Salas, se reducen a cinco obras que son las más conocidas: La hija de la CelestinaDon Diego de noche como las más recurridas. Después nos encontramos las frecuentes, como: El cortesano descortés, Necio bien afortunado, La ingeniosa Helena, Sutil cordobés, marido examinado y Peregrinación sabia. La mayor parte de estas ediciones son las originales del XVII, otras corresponden al siglo XIX o principios del XX.
            Tenemos valiosos estudios sobre la vida y obra de Salas Barbadillo, aunque en reducida cantidad, entre las que podemos contar, en primer plano a Emile Arnaud, quien no sólo hace un rescate de su obra, sino que le dedica todo un volumen al análisis también de su biografía, valioso texto que aún no ha sido traducido al español del francés. Tenemos también a Enrique García Santo Tomás, quien publica el libro Modernidad bajo sospecha: Salas Barbadillo y la cultura material del siglo XVII (2008). Así como la edición crítica de Don Diego de Noche (2013). Aparte de ellos, tenemos a principales editores de sus libros: Marcel Charles Andrade, José Frandegas Lebreo, Joaquín López Barbadilo, Fernando Gutiérrez y Francisco A. Icaza. De entre los estudios críticos podemos mencionar a Edwin B. Place, Marc Vitse y Florencio Sevilla Arroyo, por lo que se refiere al presente siglo. Del XVIII, XIX y principios del XX, encontramos también algo de crítica, aunque en algunas ocasiones no muy favorables para el autor, por considerarlo como poco original, entre ellos José Antonio Álvarez y Baena Francisco Rodríguez de Uhagón y Lugwin Pfandl. Como es fácil notar, el trabajo realizado sobre la totalidad de la obra de nuestro autor es aún escasa, invitándonos a su estudio.
            Alonso Gerónimo de Salas Barbadillo, es un autor por demás carismático, con visos morales, pero con una vida licenciosa, que nos da que pensar respecto de sus enseñanzas. Nació en Madrid el 29 de julio de 1581, siendo uno de los seis hijos de Diego de Salas y María de Porras, quienes gozaban de un buen lugar en la sociedad madrileña, pues Don Diego llegó a trabajar dentro del gobierno de la ciudad, además de ser nombrado como “solicitador de pagos de negocios de la Nueva España” por Fray Juan González de Mendoza. A pesar de que la familia Salas contaba con hacienda y facilidades económicas, procedente del campo de la región de Castilla, Alonso Jerónimo no se interesó por la administración de los bienes de sus padres (García, Don Diego. 2013, p. 6-8).
            Es en su ciudad natal donde hizo sus primeros estudios, para pasar después a Alcalá de Henares donde a los 17 años de edad comienza estudiar filosofía.  Tiempo después viajó a lado de su padre Diego Salas, a la ciudad de Valladolid, donde se dedicaron a la cosmografía y a ser agentes de negocios para la Nueva España. A la par, estudió en la Universidad de Valladolid derecho canónigo, mismo que no terminó, debido al fallecimiento de su padre en 1603, hecho que lo deja con la responsabilidad de velar por su familia (Salas, La casa, 263). Sin embargo, es en Valladolid donde inicia su carrera literaria, poniendo más atención en esta que en las problemáticas familiares.
            Lo que antes fue una posición acaudalada, a la muerte del padre y  Diego de Salas, hermano del escritor,  la familia se ve en la necesidad de vender sus propiedades y mudarse a un barrio popular de Madrid, aunque para la carrera literaria de Alonso Jerónimo fue estupendo, pues la cercanía de vivienda con otros autores del siglo de oro, le permite la familiaridad y estrecha comunicación con los mismos, sobre todo con Miguel de Cervantes (García, 9-10) 
            Su vida fue agitada, se le conoce una riña con un tal Diego de Persia, donde este último terminó acuchillado y aquel preso y desterrado. Según García Santo-Tomás la disputa no hubiera pasado de una riña pública, si no fuera por las relaciones políticas de Persia. El problema suscitó satíricas críticas realizadas sobre la justicia madrileña a raíz de su encarcelamiento, lo que se vio reflejado en la mala reputación del autor, considerado como un bohemio sin actividad fija, cuestión que ha corroborado la crítica (11-12).
            Fue amigo de Cervantes y de otros autores del siglo de oro con los que convivió de manera directa, siendo considerado como uno de los mejores novelistas de su tiempo. Sin duda una existencia novelesca,  llena de altibajos, cárceles, peleas y destierros.  En el terreno amoroso el asunto no iba muy distinto, pues se cree, tuvo relaciones poco serias, pues nunca se casó. Todo este estilo de vida se ve reflejado en algunos de sus personajes, aunque el cariz general de su obra es lo contrario, pretende dar ejemplos morales a través de contraejemplos. Sabemos además que gustaba de incluir episodios autobiográficos en sus personajes.
            Su dedicación poética y literaria empezó a manifestarse, probablemente por su asociación con el universo de escritores que por aquel tiempo residían temporalmente en la capital. En 1603 escribió un soneto laudatorio para el Viaje  de Agustín de Rojas Villalpando, que fue publicado el mismo año. La mayoría de los elogios impresos en este trabajo fueron de miembros del grupo de poetas de Valladolid. El año siguiente, Salas elogió en verso la Elocuencia española del Mtro. Bartolomé Jiménez Patón; mientras en 1605 él contribuyó con dos sonetos para la antología de Pedro Espinoza, intitulada Flores de poetas ilustres. La mayoría de los contribuyentes de este trabajo fueron residentes de Valladolid (263).
            De la totalidad de las obras de Salas, las más son novelas, aunque matizadas con la inclusión de otros géneros en las mismas, sobre todo de poesía, encontramos partes narrativas y otras en verso, e incluso textos híbridos, como novelas versificadas. Un buen ejemplo de estas variables es una de sus obras menos conocidas, La casa del placer honesto de 1620, donde a modo de metaliteratura combina varias historias y poemas, con un estilo, (en la forma, no en los temas), al Decamerón, en el que cada personaje contribuye con una historia narrada a sus compañeros, en este caso, reunidos no forzosamente por la enfermedad, sino por el gusto del placer artístico.
            Tal vez el que Salas recurra tanto a la narración, sea la razón por la cual fue medianamente valorado en su época, recordemos que en los primeros tiempos del siglo de oro, la novela no era muy bien vista entre los autores influyentes de la época, ni siquiera Cervantes con su Quijote pudo conquistar el respeto, en su inicio, de autores como Lope de Vega, quien tenía en mal juicio el género narrativo, por considerarlo poco digno de un escritor serio (Montero, 165-175). Sin embargo, hacia la década de 1620, el panorama del joven género cambia por completo, convirtiéndose en recurrido y popular entre el público lector del siglo XVII, quienes habían aceptado de muy buena forma las obras del Quijote y el Guzmán de Afarache (166). Las obras de Barbadillo tenían un público especial, por sus temáticas graciosas, caballerescas y con visos morales, eran perfectas para las damas nobles, con sobra de tiempo e imaginación, aunque pareciera lo contrario por el tipo de temas y títulos. Barbadillo es inteligente para utilizar la evidencia de malos ejemplos con el fin de enseñar a las damas a comportarse de forma debida para su época. Si tomamos en cuenta que Salas era una lectura recurrente en mujeres, no es disparatado pensar en el Sor Juana lo conociera, y no solamente ella, sino mujeres con las que mantenía relaciones literarias y amistosas, como María Luisa Gonzaga, quien fuera Virreina de México de 1680 a 1686 y las monjas portuguesas que intervienen en la compilación rústica de los enigmas ofrecidos a la Casa del Placer, otra casa el placer, como la de Barbadillo.
            La obra de más renombre de Salas es sin duda La hija de la Celestina, donde combina de manera extraordinaria, la sátira original, con la novela amorosa y cortés, por el lado del fondo; por lo que se refiere a la forma, encontramos también una cuestión híbrida, al unir, las formas de la novela con el diálogo, respetando la forma empleada para la Celestina por Fernando de Rojas (Cao, La anticomedia s/n).
            No por ser poco popular, Salas Barbadillo se queda fuera de la calidad literaria de los autores áureos tradicionales, la riqueza de su lenguaje es notable. Esta característica parece recurrente en todos los géneros que utiliza, desde la poesía hasta la narrativa. Incluso es evidente que varias de las situaciones dentro de sus obras de ficción se complican y resuelven bajo procedimientos lingüísticos, es decir, la acción se soluciona de forma retórica, cercano al nivel oral y menos al escrito, procedimiento muy cercano al utilizado por Rojas en la Celestina original. La riqueza de Barbadillo no sólo radica en su capacidad lingüística, sino en las características de sus tramas que denotan una gran originalidad. Dice Antonio F. Cao al respecto:

Pirotecnia lingüística hegemónica, antihéroes, desplazamientos míticos, conducta antisocial, debilitamiento del código patriarcal, intertextualidad, hiperteatralidad, parodia a todos los niveles, respectivamente, antidramatismo estático y frenética aceleración dramática, caracterizan a la escuela de la Celestina y Galán  tramposo y pobre (Cao, La anticomedia s/n).

La cita anterior nos retrata muy bien las fórmulas utilizadas por Barbadillo, no sólo en la Escuela de la Celestina, sino también en sus demás obras, estos mismos atributos lo hacen ser un autor relevante del siglo de oro, mal descubierto y mal aprovechado, pues según la opinión de Rey Hazas, Babadillo fue el mejor novelista español de su época (sin contar a Cervantes por supuesto), su obra es innovadora, pues introdujo nuevas fórmulas narrativas. Renovó la novela cortesana mezclándola con la picaresca y la pastoril (Rodríguez, 114-131). Todo esto sin duda digno de ser tomado en cuenta.
            Como podemos observar, Salas Barbadillo era un autor medianamente popular del Siglo de Oro, pero es muy probable que Sor Juana lo hubiera conocido y admirado, de forma suficiente como para querer imitar algunas de sus características por lo menos en algunas de sus obras. La razón de esta conjetura son las coincidencias que existen entre algunas obras y poemas de Salas, con poemas de Sor Juana,  en concreto con los enigmas. En principio, tenemos que la base temática de la obra de Salas es el ludismo no sólo en sus poemas, sino también en su narrativa, escrita con mayor dirección hacia un público femenino.
            En mayor parte de su producción se burla de la sociedad, e incluso de personajes míticos. Dentro de sus epigramas y epitafios nos encontramos parecidos relevantes que nos hacen pensar que sea no sólo una coincidencia, sino una visible influencia de Salas en Sor Juana; lo cual no sería raro, si consideramos que nuestra monja estaba al tanto de los autores y publicaciones recientes en España, y que recibía en obsequio libros varios, por parte de aquellos viajeros que querían visitar a la monja poeta en su convento, no es difícil considerar que alguno de esos viajeros llevara a la jerónima obras de Salas Barbadillo. 
            Los epigramas, versos entre los que encontramos más coincidencias, son un buen número, siendo los géneros menores los más usados por Salas Barbadillo, dice Emile Arnaud, uno de sus biógrafos y estudiosos, que los epigramas forman un total de seiscientas piezas entre sueltas y otras incluidas en sus novelas. Según Arnaud, dichas versificaciones ofrecen “cada una un equívoco, un chiste, una anécdota aguda, un dicho ingenioso” (29), esto es relevante, sobre todo porque los elementos lúdicos son la base y estructura de varias de las obras de  Sor Juana.
            Recordemos que Sor Juana distaba mucho de ser una autora de seriedad absoluta (salvo en Primero Sueño), de hecho muchas de sus obras se distinguen por sus elementos satíricos y juguetones: baste recordar sus billetes y poemillas, además de su comedia Los empeños de una Casa, donde hace gala de los enredos y juegos retóricos “al estilo de Salas”. Es probable pues, que esta atmósfera de travesura literaria, haya hecho eco en nuestra mexicana.
            Los epigramas de Alonso de Salas Barbadillo, tienen gran semejanza con los Enigmas ofrecidos a la Casa del Placer de Sor Juana Inés de la Cruz, cuyo nombre parece ser alusión a una novela de nuestro madrileño, titulada: La casa del placer honesto, publicada en 1620. Los enigmas de Sor Juana son una suerte de adivinanzas, cuya respuesta no fue dada por la autora, ocasionando la oportunidad de la especulación, la cual se ve enriquecida con lo extraño de su surgimiento, pues están vinculados a unas monjas portuguesas contemporáneas de Sor Juana.
            Resaltemos pues, las semejanzas: una de las primeras semejanzas entre los epigramas de Salas y los enigmas de Sor Juana consiste en la utilización de nombres de personajes tanto en las novelas, como los sujetos líricos hacia los que están dirigidos los poemas. Si bien estos nombres son los clásicos utilizados durante el siglo de oro, llama la atención las coincidencias entre uno y otro autor en la elección de los nombres. Tanto Sor Juana como Salas Barbadillo usan los siguientes: Celio, Fabio, Silvio, Celia, Lisi, Laura, Fabricio, Fili, Ana, Silvio, Inés y Tristán (tan sólo basta comparar las obras de uno y de otro).
            Los epigramas de Barbadillo mantienen en numerosas ocasiones semejanza sintáctica y semántica con los enigmas de Sor Juana, pareciera incluso haber una conexión directa entre ellos. En primer lugar ambos pertenecen a la literatura lúdica, género que tanto uno como otro explotan a la perfección, especialmente en las obras dramáticas. Es muy probable que Sor Juana hubiera, no sólo conocido a Salas Barbadillo, sino tomado sus obras como ejemplo e inspiración para las suyas. Es claro que el Madrileño no escribió enigmas, pero su tono jocoso y satírico es familiar al de Sor Juana, en sus textos despliega una gran cantidad de saberes de época. Silvia Quezada explica en cuanto a las formas discursivas que: “los textos literarios pueden ser también expositivos y no precisamente porque informen acerca de un tema, sino porque sugieren, dejan entrever lo que no se dice”  Veamos los siguientes casos, como ejemplos a título probatorio:

El texto de Salas Barbadillo dice expresamente:

A Silvio:
el mismo sol que inclinado
a Dafne la bella estuvo,
cuentan Silvio, que aún no tuvo
estrella de ser amado.

No hizo más caso de él, ella, que si fuera un caracol:
¡vive Dios, que a ser yo el sol
que me vengara en la estrella! (33)

El enigma de Sor Juana con el que se conecta es el siguiente:
¿Cuál es aquel arrebol
de jurisdicción tan bella 
que, inclinando como estrella, 
desalumbra como sol? (Alatorre, 137)

Nótese la utilización de las mismas palabras en ambos textos: “sol”, “inclinado”, “estrella”, “bella”, las cuales a su vez fungen en una utilización similar, sol es uno de los sustantivos principales, en Salas, “Sol”, es el agente de la acción, hace referencia como sabemos a la historia mitológica de Apolo y Dafne, donde el dios de la luz se enamora de la hermosa ninfa Dafne. De este modo “Sol”, se convierte en el sustantivo principal, del mismo modo que “inclinado” es la acción más importante, pues del hecho del enamoramiento de deriva todo lo demás. En el caso de Sor Juana, el sustantivo principal es “arrebol”, el cual según Sebastián de Covarrubias (autoridad de la época), es: “A artículo, rebol, cuasi rubol, de rubor, por la color roja y encendida, y ésta toman las nubes en su puesta del sol, heridas con su rayos, de donde nació el proverbio común ‘Arreboles, mañanas son con flores’ 2. Arrebolarse la mujer es ponerse color” (Covarrubias, 122). Esto podríamos fácilmente relacionarlo con Apolo, dios de la aurora y el atardecer, cielos arrebolados. “Bella” califica en Barbadillo a Dafne y en Sor Juana a la “jurisdicción”, que es parte del misterio del enigma. Aunque “estrella” es sustantivo en los dos autores, en Salas se refiere a “la suerte” y en Juana a “la calidad de estado”. Basándonos en lo mencionado antes, es probable o verosímil que haya visos de parentesco entre ambos poemas, es decir, una influencia de Salas en Sor Juana.
            Los siguientes epigramas no tienen un parecido tan cercano con alguno de los enigmas, sin embargo la forma en la que están escritos se asemeja a la siguiente adivinanza:

Siempre esta verdad creí,
jamás me dejé engañar;
que es mejor desesperar,
amor, que esperar en ti.

La razón es superior:
quien espera desespera
y quien desespera espera
pasar a vida mejor (Arnaud, epigramas, 34).

El juego de palabras, esconde el tema principal del epigrama que es la desesperanza en el amor, fincada en el amor y no en el enamoramiento, concepto que es semejante al concepto amoroso de Sor Juana, más racional que arrebatado. La forma de amor descrita en la mayor parte de los poemas de Sor Juana no es el que se deja ir por las impetuosidades, sino el que sufre y razona. Sor Juana lo razona todo, antes de procesar el sentimiento, como ejemplo veamos el siguiente soneto:

Amor empieza por desasosiego,
Solicitud, ardores y desvelos; crece con riesgos, lances y recelos,
Sustentase de llantos y de ruego.

Doctrínale tibiezas y despego,
Conserva el ser entre engañosos velos,
Hasta que con agravios o con celos
Apaga con sus lágrimas su fuego.

Su principio, su medio y fin es este;
Pues ¿por qué, Alcino, sientes el desvío
De Celia que otro tiempo bien te quiso?

¿Qué razón hay de que dolor te cueste?
Pues no te engaño amor, Alcino mío,
sino que llegó el término preciso (Cruz, Lírica, 297).

Es evidente el tono racional y analítico de las visiones del amor de ambos autores, visión que ambos utilizarán en ocasiones para hacer sátira de circunstancias y personajes, como el amor fuera de norma que presenta en Los empeños de una casa (Cruz, Comedias, 3)
            Para Salas Barbadillo, por lo menos haciendo referencia a sus epigramas, el amor es una inclinación, que empieza por ser impetuosa, pero finalmente el ímpetu es vencido por la racionalidad. Veamos también el siguiente epigrama de Salas Barbadillo:

Luego que te vi, te amé,
y aun no bien te poseí,
Fili, cuando aborrecí
el bien que tanto busqué.

Qué amor que sin la razón
corre sólo a sus antojos,
su nacimiento es en los ojos,
su muerte, la posesión (Arnaud, 37).

Ambos epigramas mantienen una similitud estructural de versificación con los enigmas de Sor Juana, además de que los temas son reveladoramente cercanos, veamos por ejemplo, el enigma 20 de Sor Juana:

¿Cuál es el desasosiego
que, traidoramente aleve,
siendo su origen la nieve 
es su descendencia el fuego? (Cruz, Enigmas 145)

El epigrama de Salas nos habla escondidamente de la pasión, ya que el sujeto lírico desea la posesión de Fili, pero una vez que la posee pierde el interés, por lo que afirma que un amor nacido sólo de la vista, que puede ser algo superficial, termina una vez que se posee el objeto deseado, ya que carece de razón. El enigma de Sor Juana parece sugerirnos algo parecido, aunque contrario sin atrevernos aún a dar una respuesta. Es decir, aquello de que habla Juana en el enigma es de una inquietud de doble cara, pues parece surgir de la razón, pero termina siendo apasionado.  
            Uno de los epigramas de Salas se conecta muy bien con el primer enigma de Sor Juana, el cual reza así:

¿Cuál es aquella homicida,
que piadosamente ingrata
siempre en cuanto vive mata
y muere cuando da vida?( Cruz, Enigmas, 107)

El epigrama de Salas Barbadillo, dice:

A una dama, su nombre, Esperanza; su condición, mentir.
Todo el tiempo que he perdido,
esperanza en tu afición,
siguiendo tu inclinación,
me has engañado y mentido.

Por mi estrella rigurosa
esta desdicha me alcanza,
pues nunca tuve esperanza
que no fuese mentirosa (Arnaud, 36).

Barbadillo juega con los términos, Esperanza se llama la mujer, pero también habla de la esperanza como virtud, equiparándola con la mentira de la mujer. En su enigma, Sor Juana nunca habla en concreto de la esperanza, pero si deja entrever que ese es el resultado más próximo, sobre todo porque el concepto que Sor Juana tiene sobre el amor se ve reflejado en otro de sus poemas, que inicia diciendo, “Diuturna enfermedad de la esperanza”. 
            La cercanía entre estos textos —como vemos— es singular, no existe una similitud de términos como sucede con ejemplos anteriores, pero sí en cuanto a significados. Antonio Alatorre propuso que la respuesta del primer enigma era la esperanza, lo que nos conecta con el tema del epigrama de manera indirecta, si aceptamos que la respuesta es realmente ésta, sin embargo nos deja la pauta a pensar sin más, en otra respuesta, por ejemplo: la mentira.
            Otro epigrama que pareciera revelarnos un enigma es el dedicado por Salas Barbadillo a Martín Francés, un noble caballero aragonés amigo del autor, que al parecer presumía de su ingenio (Arnaud, 41).

A Martín Francés, menor
Martín, en la edad presente
la ciencia está destruida,
y la virtud, ofendida,
injurias y agravios siente.

No te precies de estudioso,
mira que es temeridad;
esconde tu habilidad,
que es culpa ser ingenioso (41).

El enigma de Sor Juana, dice de la siguiente manera:
¿Cuál es la temeridad 
de tan alta presunción 
que, pudiendo ser razón,
pretende ser necedad? (Cruz, Enigmas, 131)

Si observamos bien, hay dos palabras que se repiten en los dos poemas, “temeridad” y “presunción”, “razón” podría conectarse bien con “ciencia” de Salas, siendo de algún modo equivalente. El término clave en el texto de Barbadillo es “el ingenio”, concepto que podría definir también el enigma, en asombroso paralelismo. Existe además de esta correspondencia que claramente vemos, otro elemento de gran interés; si recordamos que los enigmas fueron escritos en una época complicada para Sor Juana, y reflexionamos que fue lo que la hizo tener problemas, el poema de Salas parece estar hecho a la medida para su situación. Sor Juana fue acusada varias veces por sus superiores de dedicarse más a labores mundanas, como lo era el estudio de obras no religiosas y el escribir textos similares. El gran error para dichos superiores era precisamente el utilizar su ingenio en temas no religiosos. Ella por su parte, como de antemano sabemos, defendió siempre tanto su ingenio como su derecho al estudio, sobre todo el segundo, pues era muy consciente de sus alcances intelectuales.
            En ambos autores, el ingenio, aunque lo consideran algo elevado del ser humano, es un atrevimiento con el cual debe tenerse precaución, pues puede ser una amenaza ante la envidia de los demás. El ingenio pues, que es una temeridad, debe pasar por necedad para no constituir un peligro.
            El epigrama dedicado “A don Francisco Gasol”, protonotario y protector de Salas, contiene una buena semejanza con uno de los enigmas, de hecho utiliza casi el mismo retruécano utilizado por la décima Musa, lo que nos daría otra clara muestra —añadida— a las anteriores- de que es probable que Sor Juana hubiese tomado estos versos, como inspiración para sus enigmas. Veamos ahora primero, el enigma de Sor Juana:

¿Cuál puede ser el cuidado 
que, libremente imperioso, 
se hace a sí mismo dichoso 
y a sí mismo desdichado? (Cruz, Enigmas, 117)

Ahora el epigrama de Salas Barbadillo:
A don Francisco Gasol
señor, destierra el cuidado
que ya es antigua esta pena
que el dichoso es causa ajena
sea en la suya desdichado.

No es mucho que para ti
te falten trazas y modos,
que el que es bueno para todos
siempre es malo para sí (Arnaud, 43).

En muy notorio, además de los temas paralelos en uno y en otro autor, la utilización repetida de los términos, en especial la palabra “cuidado”, la que según Sebastián de Covarrubias significa pensar o advertir (Covarrubias, 382); dichoso y desdichado. También es muy similar la figura poética hacia el final de la estrofa de cada uno de los poemas, porque mientras que Sor Juana habla de un cuidado que se hace a sí mismo dichoso y a sí mismo desdichado, Salas por su parte, habla también de abandonar un pensamiento negativo, dando un ejemplo, siempre se ve como dichoso a otro y como desdichado a sí mismo, lo que escondería en el fondo un claro sentimiento de envidia. Es altamente notorio, tomando en cuenta estos detalles, que Sor Juana leyera a este autor, y agradándole su estilo, tomara algunos elementos característicos de este para su propia obra. Cabe mencionar, que Salas Barbadillo, puede ser un autor de lectura común entre Sor Juana y las destinatarias de los enigmas.
            Aunque los epigramas de Salas no son propiamente enigmas o adivinanzas, sí pertenecen al género lúdico, e incluso el juego de palabras utilizado guarda similitud con las características tradicionales de los enigmas, donde la retórica elaborada y barroca hace las veces de esconder el misterio y de revelarlo al mismo tiempo, como sucede en la muy popular adivinanza que dice: “Agua pasa por mi casa, cate de mi corazón”. Aunque el caso no es el mismo, la retórica repetitiva de Barbadillo funge como generadora de cierto misterio, como el que se presenta a continuación:

Para ti no quieres nada
para mí lo quieres todo,
quien te oye hablar de este modo,
Nise, tu trato le agrada.

Mas, llegado a averiguar
el favor, mucho me ofende,
que el todo y nada se entiende
en materia de pesar (Arnaud, 45).

Una de las cosas por las que era conocido este autor era por su talento versificador, sus formas lúdicas y su ingenio, varias de sus obras, no sólo la lírica, sino también la prosa, rebosan de estas características, sobre todo la sátira y el ingenio. Jerónimo de Salas escribió también una serie de seguidillas y epitafios, algo parecido a nuestras calaveras, donde lo que más sobresale son las notas de humor de los versos y los giros retóricos con los que lo hace.
            Si continuamos haciendo una comparación entre los epigramas de Salas y los enigmas de Sor Juana, encontraremos cierta familiaridad entre ellos, incluso podemos encontrarla con las posibles respuestas dadas, como sucede con la respuesta del enigma 4°, dada por Gabriel Zaid, quien dice ser “la fama”:

¿Cuál es la sirena Atroz
que en dulces ecos veloces
muestra el seguro de sus voces,
guarda el peligro en su voz? (Cruz, Enigmas, 113)

Salas dedica un poema precisamente a la fama, dándole un tinte negativo a la misma, de modo que tenemos una semejanza, sin que por eso digamos que es la respuesta. Lo mismo sucede con los siguientes ejemplos.

Sor Juana:

¿Cuál puede ser el dolor
de efecto tan desigual
que, siendo en sí el mayor mal,
remedia otro mal mayor? (Cruz, Enigmas, 111)

Salas:

Mis desdichas no examines,
oh Laura, que de ellas dudosa,
que darás, con ser curiosa,
principio a trágicos fines.

Que para mí, a quien rigor
del hado anegó las dichas,
examinar las desdichas
es la desdicha mayor (Arnaud, 59).

Ambos, aunque de manera velada, parecieran hablar del desengaño, por el lado de Juana, el desengaño podría considerársele un dolor, que desde la retórica sorjuanina bien podría considerársele el mayor mal, pero remedia otro mal mayor, que podría ser la duda. Por el lado de Barbadillo tenemos que oculta a la amada la narración de su mal de amores, y esa desdicha, según nos lo narra, sería el examen de sus sufrimientos, por lo tanto el desengaño del amor.
            Para cerrar este recuento de los epigramas, anoto uno que aunque no se conecta directamente con ningún enigma, si lo hace con el tipo de pensamiento y retórica utilizada por Sor Juana en varios poemas:

Amor, autor de más daños
que la muerte y por más modos,
que ella desengaña a todos
y tú eres fuente de engaños,

Ser muy culpada en tu fuego
naturaleza es forzoso,
pues hizo tan poderoso
a un rey que es tirano y ciego (73).

            Aunque todos estos ejemplos son evidente muestra de una posible influencia de Salas Barbadillo sobre Sor Juana, no podemos asegurar una relación directa entre este autor y la factura de los enigmas, menos aún que dentro de sus versos podamos encontrar las respuestas. Sin embargo, son muy de notarse las coincidencias entre los dos autores, no sólo en lo que se refiere a cuestiones generales, como el hecho de que ambos utilicen la literatura lúdica, lugar común en la época, o los mismos términos, que eran también muy usados por otros autores del siglo de oro, sino también en cuestiones más específicas como el desarrollo de ideas similares y nombres repetidos. Es muy probable una influencia de Salas Barbadillo en Sor Juana, ya que nos encontramos con un autor del siglo de oro, si no muy popular y aceptado entre la crítica de la época, sí que lo era entre las mujeres nobles, incluso religiosas, mundo en el cual se desarrollaba nuestra Décima Musa.

Bibliografía
Alatorre, A.
(Ed.) (1995) Sor Juana Inés de la Cruz. Enigmas ofrecidos a la Casa del Placer. México: El Colegio de México, Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios. 
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[1] Podemos intuir fácilmente que leyó a los principales filósofos griegos y romanos, sin duda es lo esperado, debido a su formación clásica humanística,  además varios de ellos son nombrados en sus obras, como Aristóteles, Platón, Empédocles, Heráclito, Cicerón y Séneca.  Sabemos también, que conocía a muchos de los clásicos, y por su amplio conocimiento de la mitología griega, por lo menos a Homero y a Hesiodo. Conoció a su vez, de manera amplia a los apologistas y a los medievales, sobre todo a Santo Tomás, San Agustín y otros diversos personajes alrededor de ellos. Así mismo, consideramos que debió de estar enterada ampliamente de la literatura de su tiempo y leído varios de esos autores, como Góngora, Quevedo y Calderón, casi una certeza, dado su estilo similar y la explícitas referencias a obras de estos autores, como sucede con los Empeños de una casa  de Sor Juana, y los Empeños de un acaso  de Calderón. Pero ¿qué sucede con otros autores del siglo de oro que no eran tan favorecidos por la fama como sucedía con los anteriores y que tal vez fueron una influencia para la mexicana? ¿Los que no son cita en su obra pero que vemos reflejados en ella?

 
 
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